Mis creencias de éxito me llevan a la cumbre
Encantada de estar de nuevo con vosotros amigos. Antes de nada deciros que en el artículo anterior os anuncié que mis entregas serían los lunes y los viernes. Pues bien, lo corrijo y os digo que serán los lunes y los jueves por petición de algunos de mis lectores. Así estarán más separadas las entregas y podréis tener más tiempo para estar al día.
Por otro lado os animo encarecidamente a que hagáis comentarios en el blog. Primero para que estemos conectados y segundo para darle más vida y mayor profundidad. Sabré qué os gusta más, qué queréis que explique o dónde no entendéis algo o no estáis de acuerdo. Animo amigos, pues tendremos mayor contacto, que de eso se trata.
Hoy seguimos con «Creencias de éxito (II)» ya que el tema da para mucho pues enlaza directamente con el poder de la mente.
Tenemos 200.000 millones de neuronas en nuestro cerebro, si no me equivoco igual que estrellas en la Vía Láctea, aproximadamente. De esta inmensa cantidad usamos apenas un 10% de su poder, según muchos autores entendidos en la materia.
Nuestro hemisferio izquierdo repite incesantemente de 40.000 a 60.000 pensamientos por día. De forma totalmente automática y descontrolada. Son repeticiones de ideas viejas, de sensaciones viejas, de viejas creencias. Creemos que nos conocemos cuando en realidad conocemos la imagen que otros nos proyectaron sobre nosotros (padres, tutores, amigos, familia, etc). El problema es que estas viejas estructuras nos dan aparente seguridad y falsa tranquilidad. Todo el terreno de lo nuevo genera cierta incertidumbre que solo los que están llamados al éxito son capaces de superar y de soportar. Estas personas sienten y por tanto «saben» desde un nivel más profundo de conciencia que el desapego de todo lo anteriormente vivido como creencia egoica o limitadora es imprescindible para llegar a la cima del éxito. Pero para desapegarnos es necesario eliminar, borrar, tirar viejas estructuras y entonces introducirnos en el «hueco» (Fórmula del Éxito. 23.3.11). Repito que todas las ideas encaminadas a generar creencias de éxito, no servirán de casi nada si antes no hemos eliminado la vieja estructura mental, psíquica y emocional.
Resumo del capítulo anterior que una creencia es mucho más que un conjunto de ideas, sensaciones o emociones. Es una certeza sobre algo basada en una experiencia profundamente emocional. No aparece una creencia de un día para otro y la gran mayoría de las veces requiere años para que la hagamos nuestra. En toda creencia existe un porcentaje ilimitado de conciencia, de intuición profunda, de inteligencia infinita y universal.
Por tanto, distan de ser creencias para mí, todas aquellas ideas que no van parejas a ninguna experiencia emocional profunda y auténtica. No son creencias por supuesto los juicios de valor, los prejuicios de todo tipo basados en ideas de otros, tampoco las ideas que nos introdujeron de una manera u otra nuestros padres en el proceso educativo, las creencias políticas, basadas tan solo en opiniones del ego que excluyen los puntos de vista ajenos, etcétera. Yo las llamo creencias egoicas o basadas en el ego. El ego es la estructura tanto de la niña/o interior herida como del depredador. Es una estructura inmadura basada en el miedo a la separación de la abundancia. No comparte, todo lo quiere para sí, su razón es antes que la de nadie, tiene ansia de ser tenida en cuenta y de ser vista antes que nadie y sobre todo, es una estructura de profunda separación: «o yo o el mundo», «no hay abundancia para todos», «si a los demás les va bien, me quitan la posibilidad de que yo alcance mi prosperidad», etc. Todo lo que no he vivido o experimentado desde un lado muy profundo de la mente dista de ser creencia auténtica para mí. Si os fijáis, todo lo que consideramos creencia y nos separa de otro ser humano, no lo es. Son solo conjuntos de pensamientos que forman ideas, aunque éstas sean fuertes y radicales. Lo malo, como os señalé en el artículo anterior es que tienen igual poder sobre la mente en negativo, ya que ésta no es capaz de distinguir que el miedo atrae más miedo y miseria en las relaciones, en la economía, en la empresa, en la familia.
Toda creencia profunda me libera y puede liberar a otros del daño que sufrieron. Toda creencia profunda es Luz y cambia el sentido de nuestra vida una vez somos conscientes de ella. Toda creencia me libera del sentimiento de que los seres humanos estamos separados unos de otros, de que la naturaleza es algo extraño a nosotros, de que el sufrimiento, la pobreza y el dolor tienen que ir parejos al ser humano. Repito que toda creencia profunda es conciencia en sí. Ni la ciencia, ni la medicina pueden explicar por qué algunas personas han sanado de enfermedades mortales. Lo llaman «remisiones espontáneas» cuando en realidad no pueden encasillar semejantes cambios en el cuerpo del enfermo. Yo lo siento absolutamente natural porque creo fervientemente en el poder de la mente desde una creencia sanadora.
Pues bien amigos, sin tener que llegar a estar enfermos, cuando por una causa o por otra nos consideramos víctimas de la vida, del infortunio y de la mala suerte, es urgente que sepamos que nuestra mente pensante se encuentra enganchada a la falsa creencia de pobreza, a no sentirnos capaces y sobre todo a no sentirnos merecedores. Es seguro que nos culpabilizamos, que estamos apoyando inconscientemente la falsa creencia de que «nunca tendré prosperidad». Y para ello hemos de eliminar esta estructura comprendiendo que no es nuestra, liberándonos de ella y perdonando o liberándonos de aquellos seres que nos la hicieron creer.
A veces, para llegar a aprehender o introducir una creencia de éxito, tenemos que «tocar fondo», llegar a una experiencia de sufrimiento muy profundo, de soledad, de miedo, de abandono, de rechazo, de traición o de profundo sentimiento de fracaso.
Una vez experimentada esta experiencia de sufrimiento, existe otro requisito: abrirnos a nuestra fuerza y a nuestro poder para aceptar primero y más tarde cambiar el curso de las emociones, de las cosas y de los acontecimientos. Abrirnos a nuestra decisión profunda de «elección». Es entonces cuando decidimos desde un lugar recóndito y lleno de fuerza y energía «salir definitivamente del estado de pobreza» en el que nos hemos hallado.
Cuando muchos especialistas de la mente hemos trabajado con adicciones, sabemos que lo más determinante es «agarrar esta fuerza negativa desde la elección de dejar atrás». En control mental terapéutico, es crear una estructura de conexión con esa fuerza de la determinación. Para que lo entendáis, nada tiene que ver con la disciplina ni con el esfuerzo sino con la conciencia pura de desear salir de la enfermedad aunque nadie me enseñara cómo hacerlo. La fuerza del deseo unida a la conciencia del poder de la elección logran verdaderos milagros.
Nuestros personajes Álex, Mara, Jorge, Juana («La patata sabe de ti»), llegan a una profunda transformación a través de la conciencia sin que nadie fuera capaz de preveer que semejante acontecimiento pudiera tener lugar.
En posteriores capítulos seré más específica y desglosaré los textos en creencias de éxito sobre determinados temas: dinero, pareja, sexo, imagen, comida, cuerpo, futuro, empresa, familia, hijos, etc…
Feliz semana amigos y hasta muy pronto. No os olvidéis de seguir CRECIENDO MÁS Y MÁS allá donde os encontréis. Todos nos necesitamos para prosperar. Mayte Pascual.
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